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Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica para Niñas y Niños

domingo, 30 de septiembre de 2007 Escribir un comentario

Cuentoquetecuento 2005


Narración oral escénica en Santa Fe
Cuando la palabra se enciende


El 18 de noviembre, con la última función del ciclo "Cuentos de la tertulia", se cierra un año de intensa actividad para la narración oral escénica en Santa Fe. Un arte que abraza la palabra, alimenta la imaginación y recupera el espacio de escuchar y escucharnos.

Hace apenas unas semanas, Santa Fe fue sede del Cuentoquetecuento, el Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica para Niñas y Niños, organizado por la Cátedra Iberoamericana de Narración Oral Escénica (España/México), su delegación en Argentina, el grupo Puro Cuento -taller permanente de NOE en Santa Fe- y, en forma conjunta, la Dirección de Cultura de la UNL, la Asociación Cultural Teatro de la Abadía, y muchas instituciones auspiciantes.

Este festival de la palabra, la imaginación, la memoria y los cuentos tuvo una consigna: que los niños llevaran a sus adultos a escuchar historias narradas. De este modo, Cuentoquetecuento enfatiza la recuperación gozosa del espacio de escucha activa, de imaginación creadora, de compromiso con la palabra y el patrimonio simbólico, trasmitidos y compartidos oralmente, desde los adultos y para con los niños.


Este encuentro, que tiene como antecedentes varias muestras y festivales iberoamericanos, se realiza cada año desde 1999, en Santa Fe y para el mundo, con la presencia de reconocidos narradores orales de diferentes países de habla española y representantes de varias provincias argentinas, que convierten a la ciudad y a poblaciones santafesinas en una verdadera fiesta de la palabra viva.

Es de destacar que este festival es el único de este tipo que se realiza en Argentina, y responde al Movimiento Iberoamericano de Narración Oral Escénica, fundado hace treinta años por el maestro cubano Francisco Garzón Céspedes, quien luego de estudiar todos los prototipos de narradores orales -desde los ancestrales narradores de tribus, los comunitarios, los juglares, los chamanes, los fabuladores árabes, los griots, hasta los narradores familiares y los cuentacuentos de la escuela escandinava-, resignifica este arte desde la perspectiva de las ciencias de la comunicación y las artes escénicas.

Con esa base, promueve la formación de narradores orales contemporáneos que puedan contar con todos -niños, jóvenes, adultos- en cualquier lugar y circunstancia: teatros, plazas, escuelas, hospitales, cárceles...

Santa Fe, pionera en este arte


Garzón Céspedes, considerado un maestro para todo narrador oral de cualquier lugar del mundo, es quien acuña la expresión "narración oral escénica", para designar la contemporización del arte del narrador oral. Con él se ha formado la santafesina Marcela Sabio, delegada en Argentina de la Ciinoe (Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica).



Marcela Sabio viene desempeñando este oficio en nuestro medio desde hace más de diez años, promoviendo la recuperación de los espacios de escucha, del "contar a viva voz y con todo el cuerpo". En este tiempo, ha generado propuestas de formación y perfeccionamiento de narradores profesionales desde el Taller Permanente de Narración Oral Escénica Puro Cuento, que se desarrolla dentro de la Dirección de Cultura de la UNL, investigando, capacitando, produciendo propuestas creativo culturales y representando artísticamente al país en numerosos festivales y encuentros internacionales (Cuba, España, Islas Canarias, Panamá, México, Uruguay, Costa Rica) y nacionales.

Desde 1999, Sabio organizó y dirigió muestras y festivales iberoamericanos de este arte, y sostiene -como directora del grupo Puro Cuento- una tarea incansable en la difusión, la formación y la promoción artística de la narración oral escénica.

Es necesario señalarlo, ya que existe cierto desconocimiento -muchas veces promovido por los medios de comunicación nacionales-, que puede dar a entender que emprendimientos de esta magnitud y calidad no se producen en la Argentina y, mucho menos, en el interior. Muy por el contrario, Santa Fe es la única provincia en donde se realizan estas verdaderas fiestas de la palabra y los cuentos, y esto debe ser motivo para enorgullecernos.

A viva voz


"En nuestras sociedades grafo centristas, donde la palabra escrita no basta para resguardarnos de la mentira, del engaño, de la manipulación, donde la oralidad ha sido relegada a un segundo o tercer plano, una sociedad bombardeada por medios de información masivos, audiovisuales, que no dejan espacio para la conversación; recuperar el compromiso de la palabra dicha a viva voz y con todo el cuerpo es un verdadero desafío, que amorosamente aceptamos los que asumimos este arte como una forma de vida, un modo de ser en el mundo para con uno como para con todos", define Marcela Sabio.

El mexicano Heraclio Cepeda dice que "cada palabra es como si fuera una cajita que hay que abrir, y dentro de la cajita, cada palabra lleva almendra que hay que probar". Y Paul Auster asegura que "si los seres humanos no pudieran soñar por las noches, se volverían locos; del mismo modo, si a un niño no se le permite entrar en el mundo de lo imaginario, nunca llegará a asumir la realidad. La necesidad de relatos para el ser humano es tan fundamental como su necesidad de comida, y se manifiesta del mismo modo que el hambre".


Justamente, tratando de satisfacer ese hambre de imaginación, de sueños, de palabras, a partir de que se pronunciaron las primeras y en el gusto por paladearlas, en el amor y la necesidad de mantenerlas vivas, aullando, gimiendo, saltando, en el placer de apropiárselas para poder nombrar nuestro paso por el mundo y cómo lo transformamos, en esa urgencia vital nació este ritual oficiado por el narrador oral, que desde aquellos primeros tiempos hasta hoy, se repite y renueva constante e insistentemente.


"A través de este arte del convivio, del festejo de la comunicación humana, el narrador y sus interlocutores, mirándose directamente a los ojos, hacen crecer al mito siempre diferente -cosmogónico, por antonomasia- de ver al mundo como recién nacido y explicarlo, vislumbrando más allá de lo obvio, satisfaciendo la necesidad de poesía, de re-encantamiento de los espacios conocidos, desde la apelación más portentosa a la imaginación de cada uno y de todos", profundiza Marcela.

Pronunciar el mundo

El festival Cuentoquetecuento tiene como interlocutores privilegiados a los niños y su contexto adulto, con el objetivo de concientizar a esos mayores en el rol que les cabe, como proveedores de imaginario, trasmisores de cultura, contagiando la pasión, el disfrute y el enriquecimiento de nuestro patrimonio oral simbólico.

La necesidad de "sentido" nos acompaña desde la concepción, y los cuentos y el entorno cultural sonoro que nos nutre -ya desde antes de nacer-, son los que nos introducen en la lectura que trasciende lo meramente alfabético, en ese desciframiento vital del universo. Por eso, quien no puede comprenderlo, nombrarlo, no puede participar socialmente, se excluye.

Paulo Freire dice que "existir, humanamente hablando, es poder pronunciar el mundo", y que "al pronunciarlo, se lo transforma".

"También en la cultura negra, la palabra tiene ese valor fecundante. Por eso, asociada a la saliva y a la voz, es la abuela la que da su primera palabra, la que bautiza al nieto. Sosteniéndolo sobre sus piernas, rodeada del resto de la comunidad, con ternura, junta su boca con la del pequeño, para trasmitirle con su hálito, la canción, la música de su nombre, para soplarle, íntimamente, la palabra protectora y mágica -detalla Marcela Sabio-. Y los que cuentan, saben que para que la palabra adquiera ese efecto purificador, curador, maravilloso, es necesario decirla rítmicamente: debe reproducir el ir y venir, el sentido que constituye la esencia del ritmo vital".

Entre los guaraníes, la palabra es un don que todo hombre recibe, pues sin ella no alcanzaría la condición humana. Aseguran la existencia de "La tierra sin males" -un paraíso que está aquí, posible en este suelo-, y dicen que esa utopía es lo hermoso que puede añorar el hombre desde que aprende a soñarse. Para contar esa búsqueda utilizan las "bellas palabras", un lenguaje diferenciado del familiar o social cotidiano, la lengua bella que también emplean para comunicarse con los dioses, porque afirman que sólo en la poesía nos hacemos todos iguales.

íLlegaron los cuentos!


"Como dice Valentín Espinosa, un añoso personaje de Heraclio Cepeda: para poder pensar hace falta conocer palabras. Y si una gente conoce 100 palabras, sus pensamientos serán de 100 palabras. Pero si un hombre o una mujer o un niño conoce 5.000 palabras, sus pensamientos serán de 5.000 palabras. Y entonces lo que él piense, sus ideas, serán más profundas. Es conveniente, incluso, para defenderse de los enemigos. Los enemigos nos quitan cosas de nuestro trabajo porque piensan a veces con más de 3.000 palabras. Si nosotros pensamos con 5.000 palabras podemos saber más que los ladrones, ganarles y cuidar nuestras cosechas. Es así como la palabra nos posiciona en el mundo, nos hace libres. Por eso, nuestro trabajo trata de recuperar la palabra en su valor, conciencia y compromiso", sintetiza Marcela.

De allí que los organizadores de este festival celebren. Festejen "el haber podido llegar a barrios muy distanciados del centro, a padres y madres que cuando, casa por casa, les anunciábamos lo que en breve iba a suceder en la vecinal o en el club, acicalaban a sus hijos con rapidez y esmero, para que estuviesen acordes al acontecimiento: íLlegaron los cuentos!

Y llegaron a patios y plazas en las noches y alrededor del fuego, como ancestralmente se nombraba y se hacía crecer el mundo. Llegaron convocando a comunidades completas, que a manos abiertas nos abrazaron en sus aplausos, en alimentos que prepararon para agasajarnos, en brindis por la palabra y las anécdotas e historias que se intercambiaron, con el solo fin de pasar el tiempo, disfrutándolo, paladeándolo de voz en voz. Llegaron a teatros, ferias, fiestas del libro, escuelas. Y llegaron al hospital psiquiátrico, donde más de cuarenta pacientes adultos, emocionados y divertidos, se hicieron eco de la cura más poderosa: la palabra que ríe, la palabra afectuosa, la palabra que cuenta y canta. Y llegaron y fueron armando un tren de historias de bichos, a los que adultos y niños se iban subiendo para conocer a nuestra fauna desde la literatura y la tradición popular", enumera Marcela.

El placer de escuchar


Aunque el festival ya terminó, la voces siguen multiplicándose, fuera y dentro de cada uno, y nunca sabremos cuándo cada cuento termina, o deja de reverberar en nuestra experiencia, ni cuántas puertas abre a cada quien. También, y una vez más, comprobamos que en este especialísimo terreno de la comunicación humana, el que escucha encuentra su espacio para decir, para aportar su hebra en esta urdimbre y encontrar el sentido a su existencia, ocupando cada uno a su manera ese lugar de la palabra bella, la poesía, la palabra sonora, rítmica, la palabra mágica compartida.

¿Para qué? Para que a nuestros niños no les falte, lo que seguramente nosotros hemos tenido: un adulto que para dormirnos, en una noche calurosa, nos arrulló bajo las estrellas preguntándonos: ¿escuchás? Y aprendimos así, en ese rotundo silencio, a escuchar la voz de la luna en su redondez, el canto de la tierra en su aroma, y hasta el paso etéreo de los muertos, de los ancestros, de los que nos soñaron. Cómo no asombrarnos todas las noches de la misma luna, cómo no descubrir por primera vez, el mundo de la mano de un cuento repetido hasta el cansancio, escuchado mil y una noches.


¿Por qué? Por el mero placer de redescubrir el juego, el hechizo que esto provoca: ritmo-pulso vital-rima, juego de color sonoro tímbrico del "colorín colorado este cuento se ha terminado", o "se acabó el cuento y se lo llevó el viento; y todo el mal es ido, y el poco bien que queda sea para mí y los que me han oído".


Pero vuelve el "había una vez" y el "pin pin, San Agustín, que aquí el cuento no tiene fin". Y abrimos otro espacio, otro tiempo, otro cuento, y hay palabras que no dicen nada pero lo dicen todo: "... cúcara mácara, cuuuúcara mácara, cuuúcara maaaaácara títere fue..." y suenan tres veces para afirmarse, para quedarse, pero siempre con otra música, la vida renovándose, infinitamente.


Puro Cuento

El próximo 18 de noviembre, a las 20.30, será la última función del ciclo 2005 de "Cuentos de la tertulia", el espacio que los terceros viernes de cada mes proponen, para la narración oral escénica, el taller permanente y el grupo Puro Cuento, dirigidos por Marcela Sabio.

Este año fue muy productivo para los narradores santafesinos, puesto que además de estas funciones y del festival "Cuentoquetecuento", el grupo Puro Cuento estrenó los espectáculos "Amores de media naranja" y "Los maravilladores", y Marcela Sabio presentó su nuevo libro sobre este arte de la palabra.

Claroscuros organizativos

Organizar un festival como "Cuentoquetecuento" se hace cada vez más difícil, en tiempos en que se valora casi exclusivamente lo que se puede comprar o vender y no se apuesta a espacios que cultiven el conocimiento y el espíritu. No sólo el aspecto económico es un serio limitante, pensando en que hay que hacer posible la llegada, alojamiento y transporte de los narradores (en esta ocasión, casi treinta), que viajan de otros países o provincias argentinas para compartir su trabajo artístico cultural. También los obstáculos burocráticos que ponen quienes, no sólo no contribuyen en la construcción de la cultura y la educación, sino que desde sus espacios de poder dificultan el trabajo de otros.

Este año, los organizadores del festival presentaron en mayo -en tiempo y forma- un expediente de más de 150 fojas, para que -como hace ocho años viene sucediendo- este festival sea declarado de interés educativo por la provincia. "Tras idas y venidas, pasillos, oficinas, esperas y llamadas, cuando llega la firma del gobernador (cinco meses después de iniciado el trámite), se me comunica que la ministra de Educación firmante ha renunciado y todo queda sin efecto. El gobernador no firma y el trámite `vuelve a origen', aunque ya el festival estaba en pleno desarrollo y a punto de terminar, y con muchísimas actividades que involucran a escuelas, a narradores que son docentes y que, sin tal disposición, no pueden seguir participando. ¿Qué decir? Un testimonio más de la falta de respeto por los que trabajamos y creamos, creyendo en que la sociedad crece y mejora sumando. Si pasa esto con un papel que no cuesta dinero, sólo voluntad y decisión, ¿qué decir en cuanto a otro tipo de compromisos?", señala Marcela Sabio.

"Pero, afortunadamente, siempre es más lo que tenemos por festejar y por agradecer. Agradecer a todos los auspiciantes, a todos los que haciendo mucho sacrificio, apuestan a otro valor que no es mercantilista".









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