Oralidad y literatura

sábado, 1 de agosto de 2009 Escribir un comentario

Diferencias entre el texto escrito
y el narrado de viva voz


por Mayra Navarro



El lenguaje de la oralidad es flexible y el cuento escrito mantiene su lenguaje literario inalterable. La oralidad permite reiteraciones en la búsqueda de la conmutación, con un lenguaje coloquial, conseguido sólo con una rigurosa preparación del narrador.

El cuento no se narra de memoria. Es el mismo cuento, pero recreado, reelaborado, que admite improvisar y enriquecer sus situaciones. El cuento narrado es la recreación de las imágenes leídas que toman vida en boca del narrador; ello le confiere la categoría de arte viviente.

La narración oral conlleva una forma de comunicación, de una vivencia, por lo que llega al público con la fuerza de algo real. En la narración oral se produce una síntesis del texto, dada a través de la gestualidad, que sirve para sugerir y, en ocasiones, sustituye a la palabra.

El arte del narrador oral posee recursos propios: el lenguaje verbal que se matiza con lo vocal; los lenguajes no verbales; las pausas para conseguir determinada intención y ganar intensidad dramática, utilizado según convenga al que cuenta; el ritmo de la narración y la reiteración de palabras.

Este último recurso, muy efectivo, viene directamente de lo conversacional para enriquecer la comunicación. Algunas partes del cuento narrado se trasforman en acción y pasan al lenguaje directo (diálogos, soliloquios, y otros recursos), gracias a la reelaboración del cuento que el narrador realiza durante su estudio.

Cuando el narrador desarrolla la trama del cuento va incorporando personajes con ciertas características que los hacen diferentes entre sí, pero no los representa. Para conseguir este efecto no es indispensable realizar cambios de voces ni imitaciones; esto se consigue mediante un estudio profundo de los rasgos del carácter de los personajes. No obstante, si el narrador posee la capacidad de hacer voces, es lícito, siempre que cada personaje conserve su voz hasta el final de la historia.

El narrador cuenta con el público y no para el público. En el acto de contar se logra una interacción entre el narrador y el auditorio mirando directamente a sus ojos, lo cual no es posible hacer durante una lectura en voz alta.



Entrevista a Mayra Navarro: http://www.lajiribilla.co.cu/2007/n308_04/308_08.html


Fuente: http://www.circulocuentos.com.ar


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