Algunas consideraciones sobre los cuentos de hadas
viernes, 7 de agosto de 2009
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La ideología y la moral en los cuentos de hadas
Por Ana María Rivera Martínez
Aguascalientes, MÉXICO. 06 de agosto, 2009
Si partimos de la premisa que la cuentística infantil, y en especial los cuentos de hadas, tiene sus orígenes en el cuento popular conservado por vía oral y posteriormente transcrito o adaptado por los escritores «cultos», deduciremos los niveles de importancia que tuvo el arte de narrar cuentos, en una época en que las masas populares eran analfabetas y las clases dominantes, las únicas beneficiarias del arte y la cultura. Los niños se reunían alrededor de la abuela o de la nodriza, junto al calor del hogar, a escuchar una y otra vez cuentos e historias de aparecidos, de brujas, de hadas, de ogros y demás personajes de las consejas y narraciones infantiles.
La tradición de la narración oral la encontramos en la mayoría de los pueblos del mundo y se constituye en un capítulo importante para todas aquellas categorías folclóricas (canciones, proverbios, adivinanzas, coplas o frases proverbiales) que cumplen una función social, de marcado acento crítico o de denuncia contra las clases opresoras. La mayoría de estas narraciones, son demoledoras sátiras a la arrogancia, a la falsedad, a la avaricia, la pereza, el engaño, etcétera.
En Ideología y cuentos de hadas, Hugo Cerda Gutiérrez considera que: “Estas narraciones (los cuentos de hadas), se encuentran asentadas en una moral, donde el bien y el mal son conceptos axiológicos inseparables de la religión y de la ideología de las clases dominantes. Los estereotipos morales, que responden a estos contenidos, abundan en los cuentos de hadas, ya que sus personajes y situaciones actúan mecánicamente en virtud de una causalidad mágica, en un medio ingrávido e indeterminado, donde el bueno siempre vence y el malo es castigado o donde el representante de los valores dominantes es siempre el gran vencedor en esta lucha contra las fuerzas que se oponen a sus designios. Son fórmulas rígidas absolutas que se repiten en la mayoría de estas narraciones y que pretenden expresar una supuesta universalidad, tras la cual no se hace sino expresar intereses individuales o particulares de las clases señoriales”.
Los temas y los contenidos de los cuentos de hadas son propios de la época feudal, heredaron de ella sus castillos, sus caballeros andantes, su cultura material y su moral. La moral caballeresca y aristocrática se distinguía por su desprecio al trabajo físico y su exaltación del ocio y de la guerra.
La función educativa de los cuentos de hadas
El cuento de hadas ofrece al niño materiales de fantasía que, de forma simbólica le indican cuál es la batalla que debe librar para alcanzar la autorrealización, garantizándole un final feliz.
El mensaje que los cuentos de hadas trasmite a los niños, de diversas maneras, es que la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana; pero si uno no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas, y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos alzándose, al fin, victorioso.
Prácticamente en todos los cuentos, tanto el bien como el mal toman cuerpo y vida en determinados personajes y en sus acciones, del mismo modo que están también omnipresentes en la vida real, y cuyas tendencias se manifiestan en cada persona.
Los personajes de los cuentos de hadas no son ambivalentes, no son buenos y malos al mismo tiempo, como somos todos en realidad. La polarización domina la mente del niño y también está presente en los cuentos.
Una persona es buena o es mala, pero nunca ambas cosas a la vez. Un hermano es tonto y el otro listo. Una hermana es honrada y trabajadora, mientras que las otras son malvadas y perezosas. Una es hermosa y las demás son feas. Un progenitor es muy bueno, pero el otro es perverso.
La yuxtaposición de personajes con rasgos tan opuestos no tiene la finalidad de provocar una conducta adecuada, como quizá pretenden los cuentos con moraleja, hay algunos cuentos de hadas amorales, en los que la bondad o la maldad, la belleza o fealdad, no juegan ningún papel. Al presentar al niño caracteres totalmente opuestos, se le ayuda a comprender más fácilmente las diferencias entre ambos, cosa que no podría realizar si dichos personajes representaran fielmente la vida real, con todas las complejidades que caracterizan a los seres reales.
Las ambigüedades no deben plantearse hasta que no se haya establecido una personalidad relativamente firme sobre la base de identificaciones positivas. En este momento el niño tiene ya una base que le permite comprender que existen grandes diferencias entre la gente, y que, por este motivo, está obligado a elegir qué tipo de persona quiere ser. Las polarizaciones de los cuentos de hadas proporcionan esta decisión básica sobre la que se constituirá todo desarrollo posterior de la personalidad. Además, las elecciones de un niño se basan más en quiénes provocan sus simpatías o su antipatía que en lo que está bien o está mal. Cuando más simple y honrado es un personaje, más fácil le resulta al niño identificarse con él y rechazar al malo.
Bruno Bettelheim, en Psicoanálisis de los cuentos de hadas de Editorial Crítica, advierte que el niño no se identifica con el héroe bueno por su bondad, sino porque la condición de héroe le atrae profunda y positivamente.
Ana María Rivera Martínez es originaria de Aguascalientes, licenciada en Educación Media con grado de Maestria en Pedagogía y Certificado de Doctorado en Filologia Hispánica por la Universidad de Alcalá en España.
FUENTE: Desde la red http://www.desdelared.com.mx/2009/al-fin/090806-cuentos-hadas.html
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